Martes, 07 Mayo 2024 13:49

"Moyano y Cristina, los jinetes del atraso"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

En febrero pasado Cristina Kirchner publicó una carta que marcó su primera aparición pública luego de la derrota histórica del peronismo en las elecciones. En la misiva sorprendía con su disposición para concretar algunas reformas. Afirmaba, por ejemplo, que era ineludible discutir seriamente una actualización laboral algo que nunca había hecho en su gobierno, en el que, en alianza con los sindicatos había bloqueado toda chance de modernización.

¿Qué está haciendo ahora el peronismo que ella lidera en el Senado? Bloquear cualquier cambio. El gobierno no pecó entonces de ingenuidad creyéndole a la señora en una de sus típicas maniobras para confundir. Todo lo que quería Cristina entonces, era impedir una alianza de Milei con Macri. Y todo lo que quiere ahora, es impedirle a Milei gobernar.

Esa es la magnitud de lo que está en juego con la Ley Bases. Para Milei significa gobernabilidad, para Cristina poder de bloqueo, el último poder que le queda: atrincherarse en el Senado.

En su libro Juicio al Peronismo, la periodista Laura Di Marco, describe la ingeniería de la maquinaria de poder que es el partido fundado por el General Perón y que gobernó el 75% del tiempo entre 1946 y 2023. Habla de una matriz mafiosa y corporativa que tiene como inquilinos a los líderes circunstanciales, pero como verdaderos dueños al elenco permanente de los sindicatos. También distingue al Senado como la casa del peronismo, por ser la cámara que dominó durante los 40 años de democracia. Justamente hoy, Senado con mayoría peronista y Sindicatos peronistas actúan en pinza para cancelar el camino de las reformas y todos los elementos anteriormente descriptos aparecen expuestos ante la sociedad.

Qué es sino matriz mafiosa que los sindicalistas salgan a extorsionar a viva voz a los senadores que voten a favor de las reformas que propone Milei, amenazándolos con escraches y persecución. Acaso debería actuar un fiscal por la extorsión agravada de intentar impedir el normal funcionamiento del parlamento. La coreografía patotera va de la mano de un paro para meter presión mientras afectan con total desdén a todos los que quieren hacer su trabajo, muchos de los cuales no tienen la opción de quedarse parados, porque simplemente viven al día.

En cuanto al Senado, aunque el peronismo con primacía de la facción kirchnerista es la primera minoría, quedaron atrás los tiempos en que se bastaban a sí mismos para lograr el quorum o sacar las leyes. Sólo debían frenar ante los asuntos que demandaban dos tercios de la cámara. Esta vez, sólo tienen el poder de cerrar filas, pero están dispuestos a usarlo. La aprobación de la Ley Bases dejaría al desnudo la real debacle que significó la derrota de Sergio Massa. El rechazo al DNU le permitió en esa misma cámara, hacer valer los resquicios de poder que le quedan, pero un revés aceleraría la crisis interna y abriría la posibilidad de concretar la temida división.

Por eso, silenciosamente, hay una lucha que entabla Cristina Kirchner contra Javier Milei porque cualquier voto que se lleve el libertario implica disputarle sus dominios. El envión que significaría para el gobierno obtener su ambiciosa ley es directamente proporcional a la rapidez con que se desperdigarían el peronismo si oliera que el gobierno se fortalece. La debilidad se huele fuerte sobre todo en el peronismo.

Las primeras alertas llegaron con los gobernadores Jaldo y Jalil de Catamarca y Tucumán, dando apoyo a Milei. Por eso, como saben que lo que moviliza a los senadores es la necesidad de fondos de las provincias, el kirchnerismo buscará la aprobación del paquete fiscal escindido del resto de las reformas. El gobierno, que apenas cuenta con 13 votos sumando al PRO, tiene que asegurarse a los radicales y a los independientes. Para el kirchnerismo tampoco es fácil ganar adeptos, pero a veces las abstenciones o ausencias hacen el trabajo sucio.

Hasta tal punto, están dispuestos a cualquier resquicio que la discusión empezó con un pedido de nulidad sobre el texto que llegó al Senado por supuestas irregularidades realizado por el jefe de la bancada k en Diputados German Martínez, y que el gobierno defendió hablando de errores de tipeo. Todo, horas antes de que comience el tratamiento. De comprobarse esta desprolijidad en el texto, volvería a quedar de manifiesto la inexperiencia de los libertarios.

Volviendo a la reforma laboral, cuando el año pasado, el entonces asesor del presidente, Antonio Aracre deslizó la necesidad de alguna flexibilización en las contrataciones laborales, el kirchnerismo salió a atacarlo en conjunto alegando los derechos de los trabajadores en nombre de Evita y de Perón. Esos trabajadores no sólo son cada vez menos con un 45% trabajando en negro, sino que evitar una normativa moderna les impide a los no registrados mejorar sus presentes condiciones.

Ayer el autor del plan de reformas del gobierno, Federico Sturzenegger afirmó que aún cuando resultara aprobada la Ley Bases el gobierno seguiría insistiendo ante la Corte para convalidar la reforma laboral incluida en el DNU y que los gremios intentaron bloquear en la Justicia.

La urgencia que esto implica para el poder sindical se exhibe en el tono extorsivo de las declaraciones de sus popes. Pablo Moyano dijo que el paro es un mensaje.

Y Edgardo Llano, el gremialista ultra k que está al frente de los Aeronáuticos hace 20 años fue aún más allá, amenazando con escraches para meterle presión a los senadores.

Llano es un incondicional de Cristina Kirchner. Ella y Moyano son los que ven peligrar su poder en el éxito de la Ley Bases.

Nunca quedó tan claro quiénes pugnan por el atraso. El telón de fondo es preservar un sistema que a los gremialistas los eternizó en el poder y que a Cristina le permitió eludir incluso, la inevitable sucesión en el peronismo, luego de perder las elecciones. Todo eso está en juego. Es una pelea entre el pasado y el futuro.